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miércoles, 26 de abril de 2017

EN LA OSCURIDAD 2


Para leer la primera parte, haga click en este enlace. http://chicadesobediente.blogspot.com/2017/04/en-la-oscuridad.html






Desatas mis manos y antebrazos, quitas las almohadas, y pienso que el juego ha terminado, pero al desabrocharme el sostén, entiendo que el juego apenas comienza, has liberado mis pechos y pides que me dé la vuelta, al hacerlo llevas mis manos a la altura de mi cabeza, y las atas a la cabecera de la cama, luego decides que la bombacha estorba y la cortas.

Al mismo tiempo al oído me dice, no te preocupes, mañana te compro otra riéndose como un niño que ha cometido una travesura. Con delicadeza separas un poco mis piernas, te ayudas de un palo de escoba para atar los pies, dejándome inmóvil,  expuesta vulnerable. Esto me hace volar, la temperatura de mi cuerpo sube irremediablemente, a penas logro verte en las penumbras, mis labios se abren un poco, para exclamar gemidos ahogados, acercas tu boca y siento tu calido aliento  y me besas como si fuera la última vez, al retirarte y dejarme entusiasmada me dices ya viste suficiente, y vendas mis ojos dejándome en absoluta oscuridad.

Subes la apuesta del juego, me acaricias, pasas tu mano, luego con un pequeño flogger repite el recorrido a medida que acarician y sensibilizan mi piel, mi cuerpo responde, solo quiero que termine mi sufrimiento y cuando quiero hablar me recuerdas que lo tengo prohibido, y pellizcas uno de mis pezones a manera de advertencia sin hacerme daño. Ahora tu boca y en especial tu lengua es la que reemplaza tus manos y recorre de nuevo mi cuerpo.

Estoy a punto de colapsar, me torturas con placer, con algo que no esperaba, que no imaginaba, no sabía lo mucho que me podía excitar y elevar sentirme sometida a tu voluntad con la seguridad que no me harías ningún daño, con la suavidad de tus caricias, con tus toques, sentir tu cuerpo que desprendía calor junto al mío, sin poderte tocar, sin verte, sin hablarte, solo sabía que estabas ahí.

Entregada y rendida a tu voluntad un sonido familiar llamo mi atención, era el motor de un juguetito que me habías regalado, para usarlo  cuando tú me lo ordenaras, o estuvieras lejos y quisiera dar rienda suelta a mis deseos.

Lo encendiste y me preguntaste ¿sabes que es esto?, te voy a torturar hasta que pidas piedad, no pudiste reprimir una carcajada, tratando de mantener tu seriedad. Hoy será un día que no olvidaras, y depende del resultado puede ser el principio de una exploración más profunda de tus deseos escondidos.

Lo acercaste a mi pecho, colocándolo entre ambos montes, la vibración me hacía cosquillas al mismo tiempo que sensibilizaba la piel y los sentidos se ponían alerta,  no pude evitar reírme, al mismo tiempo tu mano aterrizaba en uno de mis muslos delanteros con moderada intensidad, con la advertencia esto es serio, no te reías.

El juguete siguió su camino hacia el sur, hasta la parte más sensible; encontró y se detuvo en el punto que me hizo estremecer, temblaba con fuerza, no podía ahogar más mis gemidos, las ataduras no permitían moverme con libertad, corrientazos pasaban por mi cuerpo, y la temperatura solo escalaba.

Cuando estaba punto de llegar, cuando se había acumulado, cuando el orgasmo era inminente, retiraste el juguete, no entendía lo que pasaba, con tono burlón me decía es para que descanses te veo muy agitada.

Cualquier roce me hacía brincar, la hipersensibilidad de mis sentidos, la piel me dolía por no poder satisfacer mis deseos, cuando me calme la tortura empezó de nuevo, otra vez casi hasta llegar, unas cuantas veces más me dejo al borde de la locura, de desear lo que se me estaba negando.

Estaba exhausta de acumular tanta energía, de llegar casi hasta el clímax y no poder dar alivio a mi calentura, las muñecas y pies estaban lastimados por la fuerza que hacía para intentar liberarme, no puedo más, siento que sino libero mi calentura voy a colapsar.

Como si leyeras mis pensamientos, me desatas totalmente recorres tu piel con tus manos, lengua, tus caricias son fuertes y suaves al mismo tiempo, las zonas erógenas las recorres con facilidad otra vez, acumulando energía, construyendo un clímax, has decido que es momento de estar dentro de mí, y de un solo empujón lo llevas a cabo somos uno solo en rítmicos movimientos, la temperatura escala, y con una frase al oído me dice ya puedes llegar, y como si mi cuerpo te perteneciera, estallo en placer con gemidos ahogados por ese placer tan intenso, tiemblo toda bajo tu cuerpo, dejándome llevar por las oleadas eléctricas que recorren mi piel, sintiendo como también has llegado al clímax llevándome contigo, minutos que son infinitos, hasta que el cansancio nos vence dejando nuestros cuerpos colapsados por placer.


Una vez despiertos y un poco descansados, decidimos batallar nuevamente en la cama, de manera tradicional, más vainilla que nos hace elevarnos y volver, finalmente terminamos y me dice un día de estos, búscate otra imagen de algo más que quieras intentar, porque esta imagen nos llevó al infinito y más allá.


FIN

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