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sábado, 22 de abril de 2017

CLASES DE SPANKING (RELATO)








Hace un tiempo conocí un hombre muy interesante por internet, nos conocimos a través de un sitio interesante, para personas con ciertos gustos, fantasías, fetiches en cuyo sitio todos los integrantes nos sentíamos a gusto, en un ambiente amigable sin nadie que nos juzgara, el sitio era o es de fetiches médicos. 

Hablamos durante meses a través del chat del sitio y un día decidimos conocernos, y jugar un rato. Fijamos la fecha para un sábado de septiembre, donde jugaríamos a ser paciente y médico. El juego resulto bien, y entre los dos hubo química después de conocernos personalmente.

Continuamos nuestra amistad, la cual evoluciono en algo más, y al ser pareja le confesé mi gusto por el bdsm, propiamente el spanking lo cual llamo su atención, cuando le explique que me gustaba que me dieran chirlos en la cola; se sorprendió y bromeamos al respecto.

Cada día introducía el tema sutilmente, deseaba que me diera chirlos, que me castigara, pero él me decía que sentía incómodo ya que lo consideraba maltrato y violencia contra la mujer.

Con paciencia le explique todo el tema del consenso y que no se trataba de golpearme, simplemente chirlos y con ciertos límites, y cuando se animó a darme unos chirlos le gusto hacerlo.

Poco a poco lo fui introduciendo en el mundo spanko y después de una sesión combinada de medical y castigo pensé que sería bueno que mi emergente Spanker tuviera unas clases en el tema.

Después de hablarlo con mi pareja, le gustó la idea, y decidi ponerlo en contacto con quien fue mi primer Spanker, a quien aprecio y estimo, y que además tiene mucha experiencia en el tema. Al hablar con él me dijo que si, como favor a mí, además que no le disgustaba la idea de darme un par de “chirlitos”.

Cuando todo estuvo hablado, donde el me explico todo lo que iba a ocurrir en la sesión, además de volverle a recordar todos mis limites los suaves y los duros, al final quedamos en que la sesión se llevaría el siguiente sábado en la tarde. Le dije que quería probar el cinto, y que no deseaba marcas, propiamente maratones entre muchos otros límites.







El sábado llego más rápido de lo que le hubiera gustado a mi trasero, al llegar a casa de mi amigo y después de la visita de rigor entramos en asunto, explicándole todo a mi nuevo spanker, y a mi diciéndome que si necesitaba usar la palabra de seguridad lo hiciera, y que fuera obediente con sus instrucciones, finalmente la clase empezó.

Se sentó en una silla y me pidió que me recostara en su regazo, me acerque sintiendo un nudo en el estómago, entre temor y gusto, me hice sobre sus rodillas y el castigo comenzó con un calentamiento encima del short que tenía. Palmadas suaves y rítmicas que indicaban un calentamiento.

Después de unas cuantas palmadas decidió bajarme el pantalón y comenzar esta vez un poco más fuerte, hasta cuando decidió bajarme la ropa interior, y ya con la cola desnuda, las palmadas continuaron rítmicas, la piel tenía un color rosado medio, mientras él le explicaba a David mi pareja cual era el movimiento, donde se daban los chirlos en los glúteos, cuando se cansó  con la mano, me indico que me acostara en la cama, y comenzo de nuevo con el castigo esta vez con la paleta, flogger y varios instrumentos mas, cada vez que comenzaba con un juguete nuevo me pedia me pedía que identificara del 1 al 10 cuanto era el dolor que sentía, variaba la intensidad en los azotes y constantemente revisaba mi piel, cuando llego el momento del cinto, sentí miedo, curiosidad y morbo, me  imaginaba ese cuero tocando mi piel, empezó despacio y pidio que los contara , para mi sorpresa los disfrute, y descubri que no son tan miedosos, a menos que se use la hebilla.

Después de muchos azotes e instrumentos la piel de mis nalgas mostraba un color peligrosamente rojo, donde Felipe dijo que la sesión había terminado, que solo quedaban un par de azotes con la mano, ya que si seguíamos inevitablemente quedarían marcas, lo cual fue mi limite duro desde un principio, David y yo estuvimos de acuerdo en terminar la sesión después unas palmadas con las manos. 

Me mando al rincón con el pantalón bajo, mirando la pared, reflexionando sobre mi comportamiento. Al cabo de unos minutos me ordenaron que me acostara en la cama, y fue David quien aplico una generosa porción de cremas sobre mis nalgas castigadas, rojas y calientes.

Fue una sesión interesante, estaba siendo castigada por mi ex spanker bajo la atenta mirada de mi nuevo spanker, quien estaba muy interesado en aprender como castigar mi travieso trasero, tuve dificultades al sentarme para tomar el café, porque aunque no quedaron marcas si sentía molestia, pero me gustaba.

Ahora cada tanto se me recuerda que quieren practicar lo que aprendio en esas clases de spanking, porque a veces soy una chica desobediente.


FIN

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