Era uno de esos días, donde yo no me aguantaba ni a mí
misma, parecía un león enjaulado, estaba contestando mal, no me apetecía nada,
quería mandar todo lejos.
Habíamos
quedado con Pablo de vernos ese día en la noche, porque supuestamente íbamos a
jugar al doctor para adultos, ya que el y yo disfrutamos muchísimo de esto más
que el propio spanking, que lo habíamos dejado como disciplina domestica para
corregir algunas de mis fallas, así estaba acordado y hasta ese día no había
necesidad de aplicarlo como tal.
Llego a las 18
horas, muy puntual, en mi propia ira y furia había olvidado que el vendría, y
se quedaría conmigo esa noche.
Cuando llego a
casa la verdad me sorprendí, y por alguna extraña razón me enoje, tal vez
porque en mi estado de chinchudez crónica no quería ver a nadie y mucho menos
jugar, además que había fumado como desesperada cosa que a el no le gusta.
-Hola Linda,
como esta mi nena?
-Hola, bien vos,
con la seriedad y frialdad de una desconocida
- Te pasa algo
nena?
-Nada, no me
pasa nada
-Aquí llego tu
doctor favorito, pero primero cenemos algo y después el juego lo dejamos para
cuando estemos listos para ir a la cama así tenemos un final feliz.
-Ay Pablo por
favor, de que me viste la cara?
-Que te pasa
Mary? Porque me contestas así?
-Que ya no te
gusta como contesto? Acaso siempre tengo que tener una sonrisa de oreja a oreja
cada vez que vengas
-Que te está
pasando? Estas siendo muy altanera e insolente y tú no eres así.
-Que no me pasa
nada, déjame en paz.
-Ok, por lo
visto ya no jugaremos, bueno vamos a cenar, a ver si lo tuyo es de hambre
-Ah claro, ya
me dijiste gorda, será que la gorda tiene hambre y por eso se enoja
-BASTA, yo no
dije nada de eso, si te ofendí te pido disculpas, pero ya no me contestes así,
porque mi paciencia está llegando al límite.
Calle pero mi
mirada lo decía todo, cenamos algo muy ligero, y la verdad un ambiente tenso
entre los dos, el me miraba tratando de descifrar que me pasaba.
-Que tal tu día
cielo?
- Normal, nada
extraordinario sucede en mi vida y el tuyo
- El mío muy
bien, la verdad hoy tuve un buen día, en el trabajo, pero creo que no está
terminando bien.
-Ah que bueno
me alegro por ti, ojala no se te dañe TU día.
-Ya te digo,
basta no me provoques más porque tú sabes que mi paciencia es limitada.
-Provocarte yo?
Ahora resulta que la culpa es mía
Se quedo en
silencio haciendo acopio de toda su paciencia, mirándome tratando de descifrar
porque me comportaba así. Cuando terminamos de cenar al ayudarme a levantar los
platos, se dio cuenta que en el cenicero habían varias colillas de cigarro, y
que había cierto desorden en la cocina.
-Se puede saber
qué es esto, me pregunto refiriéndose al cenicero
-Creo que
necesitas anteojos, es un cenicero.
-Estas llegando
al umbral de mi paciencia, última advertencia no me contestes mal, porque yo te
estoy preguntado bien nena.
-Bueno fume y
que, que yo sepa soy libre de hacer lo que yo quiera,
Con su mirada
me dijo que la alarma estaba encendida, que su semblante paciente sereno y
calmado había cambiado a serio y autoritario, -y la cocina porque esta como si
un tornado hubiera pasado por aquí?
-Porque no
alcance, porque es mi casa y yo la mantengo como a mí se me cante.
En ese momento
sus ojos se abrieron como platos, y dijo con voz seria y grave –basta! Se
termino mi paciencia, te desnudas ya mismo y te vas al rincón de la sala, con
la nariz bien pegada a la pared.
Su voz fue tan
autoritaria, que obedecí, aunque de mala gana, me desnude totalmente, cosa que
me excitaba pero me hacía más vulnerable.
-quiero que te
quedes inmóvil en el rincón hasta que yo te diga, ay de ti si se te ocurre
moverte un centímetro.
Mientras estaba
en el rincón lo escuchaba moverse por toda la casa, y de vez en cuando se
acercaba a mí, me acariciaba las nalgas y al oído me decía no sabes lo que
viene pierna arriba querida…
Después de lo
que para mí fue una eternidad me llamo, y me dijo quiero que me hagas un café.
Ve a la cocina así como estas y lo preparas como a mí me gusta
-Pero me van a
ver los vecinos respondí yo,
-No me
interesa, haz lo que te digo al tiempo dando un azote bastante fuerte en la
cola
-Pero porque
quieres que lo haga
-Porque yo lo
digo, porque a mí se me canta,
-Pero, como me
vas a exponer públicamente, quieres que me vean empelota?
Otro dos azotes
más fuertes que el anterior, haz lo que te digo y hazlo en silencio, yo me
preocupo por eso, tu solo obedeces y punto. En realidad las cortinas de las
ventanas de la cocina estaban cerradas y no había posibilidad que me vieran, el
ya las había cerrado cuando yo estaba en el rincón.
Estando desnuda
hice el café y se lo lleve, ahora mientras me lo tomo, te vas nuevamente al
rincón de rodillas y piensas en cómo se debe comportar una señorita.
El tiempo paso,
y el encendió la televisión, vio un programa y luego lo volvió apagar
-Ven acá, y
tráeme el cepillo de madera
-Ay Pablo ya
perdóname, ya no lo vuelvo hacer
-Tráelo, o es
que no me hice entender, te perdonare después de 50 azotes que te voy a dar,
hasta dejarte el culo rojo, para que aprendas a contestar bien.
Hice lo que me
pido, y cuando estuve a su lado puso un almohadón en su regazo, me halo hacia
sus piernas, y me dijo que pusiera las manos detrás de la espalda, cuando lo
hizo coloco unas esposas de cuero.
Ya colocada en posición
y con el culo en pompa, atada de las manos empezó a azotarme con sus manos, en
un ritmo armonioso, primero en una nalga y después en la otra, después
alternando, de vez en cuando paraba masajeaba, y sus dedos se deslizaban a mi
entre pierna, comprobando que me encontraba húmeda.
Con un tono burlón
me decía – te gusta verdad? Te gusta provocarme para calentarte el culo y
después excitarte verdad?
Me sentía
avergonzada, pero muy excitada y apenas podía contestar sus morbosas preguntas.
Después de
darme 25 azotes con la mano dijo ya me canse y me duele la mano, ahora viene el
cepillo,
De pie, y
recuéstate contra la mesa con las piernas abiertas.
Así lo hice y
cuando estuve inclinada ofreciendo mi trasero, se acerco nuevamente me acaricio
y dijo ahora las vas a contar, fuerte y claro así como te gusta contestarme a mí,
pero vas a decir gracias por castigarme, lo necesitaba!. Si no lo haces
volvemos a comenzar hasta que lo hagas bien.
Y empezaron a caer
los azotes con cepillo, cada vez escocía mas, brincaba, levantaba los pies del
suelo, y al tiempo contaba unooo, gracias por castigarme lo necesitaba!. En el
10 azote, no lo conté y me dijo, te advertí que si no lo hacías volvíamos a
comenzar.
Nuevamente
comenzó y esta vez casi gritando contaba y daba las gracias, al llegar al final
de los azotes lloraba profusamente, una mezcla de dolor y de desahogo,
finalmente terminamos, me quito las esposas y me abrazo, acaricio mis
adoloridas nalgas. Me dio un beso profundo mientras acariciaba mis pechos.
Ahora vete al
cuarto y ponte bocabajo para ponerte crema.
Y ya en el
cuarto después de la crema, vino el final feliz que estábamos esperando.
Colorín
colorado este relato se ha terminado.
Me gustó mucho
ResponderBorrarBesos
Gracias por pasar! Me alegro que te haya gustado.
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